Contentos y
felices y con el cielo un tanto enfurruñado salimos de Logroño el
pasado día cuatro
camino de Gerona
y el Rosellón, también llamado Cataluña Norte y Costa Vermella.
Éramos un grupo de amigos
y compañeros de
diversos módulos de la
Universidad
de
la Experiencia y estábamos decididos
a pasar unos días inolvidables
llenos de risas y camaradería.
Nuestra primera parada,
Gerona, una ciudad
preciosa donde una
guía nos llevó por calles
y rincones, escaleras arriba y abajo para disfrutar de su
gran patrimonio artístico.
A destacar la catedral
situada en lo alto de la ciudad, cuya amplia nave gótica destaca por ser la segunda más ancha del mundo, tras la Basílica de San Pedro del Vaticano. El río Oñar nos
acompañaba en
nuestros vericuetos, silencioso y
fiel, bajo sus puentes.
La siguiente parada, el hotel, en Ampuriabrava.
Con unas estupendas instalaciones nos acomodamos y después de cenar
nos fuimos a dar una vuelta por el lugar y conocer un poco el que iba a ser nuestro escenario nocturno durante nuestra escapada.
Ampuriabrava es la marina residencial
más importante de Europa, con unos 24 km de
canales
navegables y
se encuentra en el golfo de Rosas. Dispone de una playa de 1,5 km de largo que se
extiende desde el límite con Rosas hasta la desembocadura del río Muga En 1967 comienzan a
construirse los primeros canales y viviendas, según el modelo de la marina residencial inspirada sobre todo
en otros proyectos similares en Florida.
Nuestra primera
visita del día siguiente nos
lleva a Narbonne y Carcassonne,
dos
ciudades en el
departamento de Aude,
en la región de Occitania.
Castillos, incluso ciudades enteras
se
alzaron contra
la iglesia
de Roma como símbolo de
rebeldía siendo el sureste de Francia uno de los
territorios de mayor arraigo para el pueblo cátaro , pueblo que desde el siglo
XII fue acusado de herejía y muy
perseguidos. Por suerte aún quedan vestigios de su historia.
El canal de
la Robine
atraviesa la ciudad
de Narbona y la
plaza
del
ayuntamiento conserva
restos de la Via Domitia, antigua
conexión romana entre Italia y la península Ibérica. El gran
Palacio
de los Arzobispos y el torreón
Gilles Aycellin
son
los símbolos más visibles junto con la catedral
de San Justo y San Pastor.
Junto a la Montaña Negra se yergue la Cité de Carcasona, un auténtico espectáculo
arquitectónico medieval
plasmado en un conjunto doblemente
amurallado
flanqueado
por
torres y que ofrece una vista
panorámica del resto de la
ciudad.
El castillo condal es
una
impenetrable fortaleza dentro
otra. Data del siglo
XIII y está protegido por una barbacana semicircular y un foso. El esplendor de la Cité se debe en
parte a su rehabilitación en el siglo XIX por Viollet-le-Duc y es patrimonio de la Unesco desde 1997.
La mañana siguiente, martes,
salimos hacia Perpignan, ciudad que recorrimos
caminando por sus
calles y por la
tarde visitamos Rosas, donde tuvimos un rato para pasear por la playa hasta su
interesante ciudadela. Los griegos primero y sobre
todo los romanos después, hicieron de este enclave un lugar muy importante construyendo en la plaza el templo a Minerva y en las montañas un templo a Venus.
A continuación visitamos Castellón de Ampurias, citada ya en el año 879. Hacia 1064 los condes de Ampurias deciden trasladar su residencia a Castellón. En ese mismo año, se consagra la iglesia de Santa María, con estructura de estilo románico. Hasta
la
expulsión de
los judíos había aquí una populosa judería o “Call”, que llegó a contar con unos 300 habitantes y dos sinagogas. Justo al lado de la iglesia existe un curioso museo de miniaturas. Increíble la habilidad y la paciencia para tallar
un pistacho o pintar la
cabeza de un
alfiler.
El miércoles visitamos lo que para mí era el plato fuerte del viaje: Colliure, pueblo precioso donde, además, está la tumba de Antonio Machado, nuestro gran poeta. Imposible describir los
sentimientos experimentados ante su
panteón. A
continuación, y
aún
emocionados, tomamos un trenecillo que nos llevó a lo alto del
pueblo donde se erige el Fuerte de San Telmo y desde
donde las vistas son impresionantes. Volvimos al pueblo que inspiró
a
grandes artistas
como Henri Matisse y André Derain. También aquí, está enterrado el novelista Patrick O´Brian.
Hay que
visitar el puerto, la playa Boramar y la
iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles con su campanario medieval que era un faro y la nave de la iglesia que se construyó en el siglo XVII junto a él. Muy
cerca, está la
capilla de San Vicente una pequeña ermita construida en la roca. Al otro lado del puerto está el castillo real, de origen visigodo del siglo VII, aunque la construcción actual es del siglo XIII, cuando
fue
residencia de los reyes
de
Mallorca.
La llegada a Besalu,
esa
tarde, fue impresionante, con el puente magnífico que nos abrió camino
hasta la ciudad y su judería, una de las más completas y mejor conservadas, que recibe numerosos visitantes israelíes. No en vano, en 1966, fue declarada «Conjunto Histórico-Artístico Nacional» por su gran
valor arquitectónico. Pasear por sus
calles empedradas
fue
retroceder siglos en el tiempo.
Al día siguiente, y en una jornada absolutamente “daliniana”
visitamos por la mañana Figueras, con su increíble museo que siempre fascina por su originalidad y
las joyas que encierra.
Lo
recorrimos despacio hartándonos de belleza y
al terminar, volvimos
a comer al hotel.
La tarde la teníamos libre así
que
unos cuantos alquilamos
dos coches y nos fuimos a Cadaqués y a Port Lligat, con lo
que salvo por el castillo de Púbol
recorrimos los lugares emblemáticos del genial
artista.
Y tempranito
al día siguiente, con los
ojos aún impregnados
del azul del Mediterráneo, emprendimos la
vuelta a casa con la mente llena
de
imágenes y el corazón rezumando
emociones.
Todos coincidimos en que había sido un viaje estupendo y que estábamos ya ansiando el siguiente. Dejemos volar la imaginación y esperaremos con ganas nuestro nuevo
destino.
Texto y fotografías: Julia Baigorri
Texto y fotografías: Julia Baigorri
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