ADEX celebró el pasado viernes un Club de lectura muy especial, ya que contamos con la presencia del profesor D. Javier Mangado. Como cada vez que nos acompaña, el profesor Mangado dio una clase magistral sobre el libro que previamente nos había recomendado leer: ÁNIMA del escritor libanés Wajdi Mouawad. Un libro a la vez terrible y hermoso, original y violento pero, por encima de todo, extremadamente perturbador. El profesor Mangado, con su habitual vehemencia, nos fue exponiendo y aclarando diversos aspectos de la novela que nos ayudaron a comprender mucho mejor los resortes que el autor maneja para escribir de forma convincente este libro, un estremecedor alegato contra la violencia. No tiene mucho sentido desgranar aquí las explicaciones del profesor Mangado, puesto que para entenderlas hay que haber leído la novela (conté su argumento en una entrada anterior). Así que sólo daré unas cuantas pinceladas por si alguien se anima a hacerlo.
Y antes de leer Ánima, y ya que en esta novela se respira violencia por todas partes, es importante conocer que su autor, Wajdi Mouawad fue testigo de los conflictos civiles que asolaron su país, el Líbano, hasta los años noventa del siglo XX. Vivió en su Beirut natal hasta los ocho años. Allí, desde lo alto de un edificio, vio cómo un autobús repleto de refugiados palestinos era acribillado por las milicias cristianas al comienzo de la guerra civil libanesa. Sus familia huyó a París. Seis años después tuvieron que abandonar Francia y se establecieron en Quebec. "El exilio ha sido un lugar de un sufrimiento atroz, pero también paradójico. Me rompió en dos y, a la vez, me salvó la vida”, dice Wajdi Mouawad. "Gracias a él, escapé a los círculos viciosos en los que fui criado. Fui un niño muy amado, pero me educaron para odiar a los demás. Para abominar de musulmanes, chiitas, sunitas, drusos, palestinos, judíos, israelíes. De todos por igual. Y, de niño, aquello era algo normal. Cuando leíamos que había muerto un chiíta, por ejemplo, nos poníamos a bailar en la calle. Yo bailé la muerte de un hombre”.
En 2007, durante un viaje a Barcelona, Mouawad compró un mapa de la frontera entre Estados Unidos y Canadá, territorio donde transcurre Ánima. Por casualidad, descubrió que en los Estados fronterizos existían ciudades con nombres como Lebanon, Hebrón, o Jerusalem. “Observé mi vida reflejada en un territorio nuevo. Entendí que la novela me estaba empujando hacia allí”, apunta. Por si fuera poco, leyó que el lugar había sido escenario de una sangrienta batalla durante la guerra de Secesión: Illinois era unionista, pero Missouri defendía el esclavismo. Las fronteras (Líbano/Palestina, Canadá/EEUU, Illinois/Missouri) como división, subrayó el profesor mangado. El odio al que no forma parte de mi comunidad.
Para resaltar la maldad y la violencia del ser humano, Wajdi Mouawad recurre a los animales como voz narrativa. Conceder ese protagonismo a las bestias le permite reflexionar desde fuera sobre la naturaleza humana: “Los humanos están solos”, piensa un chimpancé, uno de los narradores de la historia. “A pesar de la lluvia, a pesar de los animales, y de los ríos y de los árboles y del cielo, a pesar del fuego. Los humanos se quedan en el umbral. Han recibido el don de la verticalidad y, sin embargo, se pasan la vida encorvados por un peso invisible. Algo los aplasta. LLueve, y se ponen a correr. Esperan la llegada de los dioses, pero no ven los ojos de las bestias que los miran. No oyen cómo los escucha nuestro silencio. Lo que tienen entre manos les absorbe y, cuando las manos están vacías, se las llevan a la cara y lloran. Los humanos son así."
Ánima es una novela tremendamente dura que habla de la maldad, de la crueldad, de la monstruosidad del ser humano, y también de la búsqueda de la identidad. Evidentemente no es una novela para recomendar a cualquiera, ni a todos los lectores que se animen a leerla les gustará. En el Club de lectura, y salvo alguna excepción, es una novela que gustó (a unos más y a otros menos). A mí, particularmente, me encantó. Muchísimas gracias, Javier, por darnos a conocer este libro, por tu amabilidad, y por el rato tan estupendo que pasamos en tu compañía.
Texto y Fotografías: Blanca Alfaro
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