martes, 14 de junio de 2016

ASÍ FUE EL VIAJE A BERLÍN




“Verde y agua”. Así nos describió Andrés, nuestro guía argentino en Berlín, esta preciosa ciudad. Y es cierto: con sus dos ríos, el Spree que la recorre y cruza, y el  Havel  que recoge las aguas de los lagos que conecta alrededor de Postdam, Berlín está rodeada de agua y de inmensos parques que en su día fueron los cotos de caza de las familias reinantes. Berlín es igual a naturaleza. En la ciudad hay más de 2500 zonas verdes abiertas al público y casi una quinta parte de la zona urbana es bosque. Ya sea dando un paseo por sus parques inmensos, o deambulando por sus rincones floridos, seguro que olvidarás que te encuentras en una urbe de más tres millones y medio de habitantes.





Berlín es verde y es historia. A lo largo de los bulevares se pueden imaginar los ecos de los ágiles pasos de las tropas prusianas formadas por hombres que debían medir al menos 1,90 y hablar francés, idioma en el que prefería hablar el príncipe elector Federico I de Prusia, que la creó en 1675, y que fue su primer comandante.








Pero hablando de historia más reciente, recorremos un escenario en el que hace unos 70 años se decidió la suerte de Europa y en el que durante la guerra fría se cruzaron mil historias de espías de uno y otro lado del ya desaparecido “telón de acero”. Uno visita la Puerta de Brandenburgo, los restos del muro infame que separó familias y destinos, la parte de la antigua República Democrática, el famoso “Check Point Charlie”, y le parece estar viviendo una de aquellas oscuras películas que se desarrollaron en sus calles y plazas. O en sus puentes, como el famoso Glienicke, usado por los americanos y los rusos para el intercambio de espías capturados durante la Guerra fría.





Berlín es también sus magníficos museos, como el de Pérgamo y el Egipcio, donde la plácida belleza de Nefertiti, un rostro que podía ser de hoy mismo, nos dejó absolutamente embelesados. También admiramos las bellezas de  Babilonia: la Puerta de Isthar, la Vía procesional, un modelo de la torre de Babel y una copia del código de Hammurabi.






Impresiona recorrer el trozo del Muro pintado por diversos artistas y que forma la “East Side Gallery”. Destaca el famoso beso de Breznev y Honecker y la imagen del Trabant, coche típico que en la Alemania Oriental usaban los miembros del partido estatal.





Por último, quiero destacar nuestra visita a Potsdam, ciudad cuyo nombre significa “bajo los robles”. Después de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), Potsdam había perdido casi la mitad de la población pero su fortuna cambió radicalmente cuando fue elegida en 1660 como residencia de caza de Federico Guillermo I, elector de Brandeburgo, el núcleo del poderoso Estado que más tarde se convertiría en el Reino de Prusia. Los majestuosos edificios de las residencias reales, como el Palacio de Sans Souci («sin preocupaciones» en francés), se construyeron principalmente durante el reinado de Federico el Grande. 



Berlín fue la capital oficial de Prusia y más tarde del Imperio Alemán, pero la corte permaneció en Potsdam hasta el final de la Primera Guerra Mundial, cuando la ciudad perdió su estatus de «segunda capital» de Alemania al abdicar el emperador Guillermo II. Fue precisamente en esta ciudad donde del  17 de julio al 2 de agosto de 1945 se celebró la conferencia de Potsdam en el Palacio Cecilienhof de la ciudad. Los victoriosos líderes aliados Harry S. Truman, Winston Churchill, y su sucesor Clement Attlee, así como Stalin, se reunieron para decidir el futuro de Alemania y la Europa de posguerra en general. Estados Unidos y la URSS tuvieron notables enfrentamientos por el control de Berlín. Por esto se dividió la capital alemana en cuatro sectores. La conferencia acabó con el Acuerdo de Potsdam y la Declaración de Potsdam.





De vuelta a Berlín y dentro de los jardines del Tiergarten (“Jardín de los animales”), antiguo coto de caza y que ocupa 210 hectáreas, están los monumentos conmemorativos en recuerdo a los homosexuales y gitanos exterminados durante la dominación nazi, y muy cerca, ocupando una gran plaza,  está el monumento al holocausto judío.






Añadamos a todo esto innumerables plazas y avenidas, paseos por el río, bulliciosas salchicherías, risas y confidencias con nuestros compañeros de viaje y os haréis idea de que todos hemos vuelto con un magnífico recuerdo de la ciudad y un espíritu de camaradería que tardará en abandonarnos. Gracias a todos y hasta la próxima singladura, amigos.





Texto: Julia Baigorri
Fotografías: Julia Baigorri y Julián Barrado 



Damos las gracias en primer lugar a ADEX, que propuso este viaje. A Outlet Logroño y en especial a Roberto, por su magnífica organización  y su constante supervisión para que todo saliera según lo previsto; a Andrés, que nos guió por Berlín, por sus monumentos, por su pasado y por su presente, y nos dió las claves para amar esta ciudad; a Juan, con el que entramos triunfantes en Babilonia, y que más tarde nos condujo hasta Nefertiti, la mujer más bella que hayamos visto jamás. Y gracias también a todos los viajeros por el buen ambiente, la camaradería y la amistad que reinaron en todo momento en el viaje, y que es lo que realmente lo ha hecho inolvidable. 

  

2 comentarios:

  1. Preciosa crónica de nuestro reciente viaje a berlin. Tiene razón julia, te queda la sensación de haber formado parte de esos acontecimientos tan recientemente vividos. Un bonito resumen del mismo y unas preciosas fotos. Gracias a todos por el buen ambiente y ya pensando en el próximo.

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  2. Preciosa crónica de nuestro reciente viaje a berlin. Tiene razón julia, te queda la sensación de haber formado parte de esos acontecimientos tan recientemente vividos. Un bonito resumen del mismo y unas preciosas fotos. Gracias a todos por el buen ambiente y ya pensando en el próximo.

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