Nuestra compañera
Ludi nos había preparado este viaje con mucho esmero, como todos los que ella organiza,
y así salió: dos días llenos de sensaciones que sin duda serán perdurables en
nuestro recuerdo.
Partimos puntuales,
esta vez un poco más madrugadores que de costumbre, porque el viaje era algo
largo. En animada charla algunos y otros contemplando el paisaje que en todo
su esplendor nos ofrecía la primavera, apenas nos enteramos de que habíamos
llegado a la primera parada en el área
de servicio de Los Chopos, después de pasar Burgos.
Aquí dimos buena cuenta de los profiteroles y el moscatel con que nos obsequió ADEX, y del bizcocho, en esta ocasión detalle de Carmen, esposa de Javier Larrea, y bueno donde los haya. Muchas gracias, Carmen. Ya habíamos estado aquí en otra ocasión. Aquella vez, excursión también inolvidable, visitamos La Olmeda y la fábrica de campanas de Saldaña en la provincia de Palencia.
Aquí dimos buena cuenta de los profiteroles y el moscatel con que nos obsequió ADEX, y del bizcocho, en esta ocasión detalle de Carmen, esposa de Javier Larrea, y bueno donde los haya. Muchas gracias, Carmen. Ya habíamos estado aquí en otra ocasión. Aquella vez, excursión también inolvidable, visitamos La Olmeda y la fábrica de campanas de Saldaña en la provincia de Palencia.
En la catedral
y en el palacio episcopal, éste último obra de Gaudí, nos ilustró sobre los
estilos arquitectónicos de ambas edificaciones y de las obras de arte que las
decoran. Terminamos la visita ante el carrillón del ayuntamiento, donde puede
verse a una pareja (Juan Zancuda y Colasa) con traje típico de la zona, que
aporrean una campana al dar las horas.
Después de degustar
un “ligero” y magnífico Cocido Maragato, plato de la región que nos encantó a
todos, partimos para León donde nos esperaba otra jornada no menos sugestiva
que la vivida hoy, pasando antes por Castrillo de los polvazares, un pueblo precioso que visitamos a petición de Vidal, uno de nuestros compañeros viajeros.
Una vez alojados en
el hote,l todavía nos quedó tiempo para ubicar los lugares que visitaríamos al
día siguiente y callejear un rato por el barrio húmedo, zona de vinos de la
ciudad, y degustar algún caldo y alguna tapa típica de la zona.
A la mañana
siguiente nos esperaba la catedral de León, gótico en toda su pureza, conocida también
como la Catedral de la luz por la sustitución de sus muros a la mínima
expresión para sustituirlos por vitrales coloreados, constituyendo una de las
mayores colecciones de vidrieras medievales del mundo. A la entrada nos dieron
unas “audioguías” que no nos contaron dos cosas que voy a referir como
curiosidad:
La primera es una
leyenda: encima de una de las puertas laterales puede verse un bulto informe. Se trata de un
topo gigantesco disecado que, según cuenta la leyenda, cuando se construyó la catedral,
lo que construían por el día el topo lo destruía durante la noche. La segunda es una
anécdota atribuida a un ilustre personaje riojano: Don Eduardo González
Gallarza, que como es sabido realizo el vuelo Madrid – Manila y fue ministro de
aviación.
Pues bien, este ilustre riojano, en una visita a esta catedral, asombrado y admirado ante la magnificencia y grandiosidad de sus vidrieras exclamó: ¡Joder, que pedrada! Y se quedó tan ancho.
Pues bien, este ilustre riojano, en una visita a esta catedral, asombrado y admirado ante la magnificencia y grandiosidad de sus vidrieras exclamó: ¡Joder, que pedrada! Y se quedó tan ancho.
El museo de la
colegiata de san Isidoro que visitamos más tarde, además de una importante
colección de obras de arte procedentes del culto religioso y una valiosísima
biblioteca, guarda en sus vitrinas el cáliz de doña Urraca del que forma parte
el vaso del Santo Grial.
Inmediatamente después de comer abordamos de nuevo el autobús que nos trajo de vuelta a nuestro hogar dulce hogar...
Texto: José Antonio González de Ávila.
Fotografías: Mariví soto, Chema Iturriaga, y Blanca Alfaro
Aquí tenéis una carpeta con más fotos de viaje:
Excursión a León y Astorga
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