Partimos en autobús con rumbo a Aguilar de Rio
Alhama, para visitar a lo largo de la jornada el yacimiento celtibérico de
Contrebia Leucade, el Museo de la Alpragata en Cervera de Rio Alhama y también
el centro paleontológico de Igea. Eran
apenas las ocho de la mañana cuando arrancamos del Edificio Quintiliano, y ya
despuntaba el alba de un día invernal, frío y luminoso. Nos acompañaba en esta ocasión un invitado de lujo: Urbano
Espinosa, catedrático de historia antigua de la Universidad de la Rioja, buen
conocedor del yacimiento de Contrebia en el que iba a ser nuestro ilustre guía.
Enseguida llegamos al punto donde realizamos nuestra habitual parada. Degustamos las pastas y licores con los que ADEX nos
agasaja en cada viaje. Esta vez tampoco faltó el delicioso bizcocho de Trini (muchas
gracias), y aunque muy lentos los camareros, todo el que quiso pudo tomar su
cafetito. El alcalde de Aguilar, Don Ramón, nos esperaba a las puertas del yacimiento.
Tras unas palabras de bienvenida y gratitud por nuestra visita, iniciamos
nuestro recorrido guiados por Urbano, nuestro excepcional acompañante, que con
su docta palabra y su voz carente de inflexiones, fue desgranando para sus
atentos oyentes las formas de vida de los pobladores de aquellos lugares,
nuestros lejanos ancestros de muchos siglos atrás.
Escuchándole uno se imagina
los avatares de aquellas gentes, fuertes
rudas y valerosas que durante siglos hubieron de debatirse en lucha por la
subsistencia con escasos medios, y contra sus enemigos que pugnaban por
arrebatarles las pocas pertenencias con las que contaban.
Pasamos después a visitar el centro de
interpretación, donde pudimos contemplar una parte de los restos hallados en el
yacimiento: un puñado de accesorios, armas, útiles y herramientas, que
utilizaron tanto para las luchas contra sus enemigos como para la caza y las
labores cotidianas.
Nos acercamos después a Cervera de Rio Alhama donde
nos esperaba Carlos, el responsable del Museo de la Alpargata, que con (desde
mi punto de vista) escaso conocimiento e importantes dificultades comunicativas,
nos fue refiriendo algunos detalles relativos al proceso de producción artesanal. Desde el
cultivo del cáñamo pasando por el machacado, su hilatura y trenzado hasta
convertirse en la suela de las alpargatas.
En el
restaurante La Rubia, nos sirvieron una comida sabrosa y abundante y otra vez
ADEX invitó a un chupito a todo el que quiso tomarlo.Ya en el Paleontológico de Igea de la mano de
Nerea, nuestra guía en esta ocasión, abordamos nada más entrar la máquina del
tiempo que nos trasladó en un santiamén sin escalas y sin repostar nada menos
que quinientos millones de años hacia el pasado, justo cuando el Big-Bang
acababa de sembrar el caos en nuestro universo, y aterrizamos precisamente
donde con el devenir de los tiempos seria La Rioja.
Anduvimos por aquellos
entonces inhóspitos parajes algún tiempo, y atisbamos la aparición de los
primeros signos de vida en nuestro planeta. De nuevo dimos saltos en el tiempo
esta vez hacia adelante, nos detuvimos de nuevo a tan solo ciento veinte
millones de años, ayer como quien dice, y nos encontramos un entorno poblado de
tortugas, cocodrilos y dinosaurios.
Estuvimos allí varios millones de años
conviviendo con estas mascotas hasta que un fatídico día, uno o varios
meteoritos dicen, acabó con todos ellos. No tuvimos más remedio que abordar de
nuevo la máquina del tiempo y escapar; pero esta vez, al regresar al presente, el
artilugio tomó forma de autobús y nos trasladó hasta Logroño, a nuestro hogar,
dulce hogar…
Texto: José Antonio González de Ávila