miércoles, 29 de marzo de 2017

ASÍ FUE LA EXCURSIÓN A BILBAO





Abrigados y temiendo las inclemencias de este tiempo cambiante partimos hacia Bilbao el pasado viernes. Como siempre, estas excursiones suelen servir para encontrarte con compañeros con los que no coincides en las clases y para estrechar lazos con los “novatos”. Según es costumbre, paramos en Altube para retomar fuerzas  y prepararnos para los paseos del día. Día que, hasta entonces, estaba fresco pero soleado.




Llegamos a Bilbao sin incidentes y en la Oficina de Turismo nos esperaba nuestra guía, Miren,  buena conocedora de lo que enseñaba pero con un humor un poco extraño, como de “bilbaína” que ejerce como tal y que a mí no acabó de hacerme gracia. Con la primera parada ante el majestuoso Arriaga y paseo por el Arenal, nos fue describiendo los edificios y la historia de esa zona de la ciudad. En una de las paredes de la iglesia de San Nicolás de Bari, patrón de los marineros, nos enseñó la marca que alcanzó el agua en las catastróficas inundaciones del año 1983 y la verdad es que impresionaba ver in situ el escenario de aquella tragedia. Se perdieron vidas, negocios e industrias pero aquello fue el principio del nuevo Bilbao, una ciudad cada vez más bonita y cuidada y que recibe montones de visitantes a lo largo del año.



Continuamos nuestro recorrido por las típicas y famosas “siete Calles”, zona llena de negocios castizos y bares y restaurantes y llegamos a la iglesia de San Antón (de gran significado para mí por ser el lugar de bautismo de mi abuela Inés) y el Mercado, estupendamente renovado y que podría, quizás, servir de ejemplo de utilización para nuestro precioso Mercado de San Blas.
Tras pasear más calles, terminamos la visita donde la habíamos comenzado y nos encaminamos hacia el Museo de Bellas Artes, donde teníamos concertada una visita para ver la exposición de Renoir. No sé si es el sitio para decir que a mí no me gustó demasiado este tipo de pintura del artista, pero conste que esa es simplemente mi opinión y que seguro que hubo compañeros que la disfrutaron.




Tras la comida, en la que no faltaron risas y fotos, tarde libre que cada cual disfrutó a su manera; lo bueno de las ciudades grandes es la cantidad de posibilidades que ofrecen. Y a las 7’30, todos puntuales estábamos en el autobús rumbo a casa. He de decir que el día fue espléndido y que hubo ratos que los chaquetones y “plumas” estorbaron, pero ya sabéis el refrán: Vale más sudar, que estornudar. Hasta la próxima.
Por cierto, las siete calles que históricamente formaron el Casco Viejo son:
Somera, Artecalle, Tendería, Belosticalle, Carnicería Vieja, Barrencalle y Barrencalle Barrena

Texto: Julia Baigorri 
Fotografías: Julia Baigorri y Ángel Collado

2 comentarios:

  1. Buen extracto de la excursión. Me ha gustado el comentario "vale mas sudar que estornudar", nunca lo había oído.

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  2. Fue un bonito día, gracias por el resumen que me ha resultado muy ameno e interesante.

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