miércoles, 25 de enero de 2017

ASÍ FUE EL VIAJE A OLITE, UJUÉ Y TAFALLA


Queridos amigos, en esta excursión no pude endosarle a nadie la redacción de este comentario, así que no voy a tener más remedio que hacerlo yo. Y ya os aviso de que no sé cómo me saldrá, porque pasé (pasamos) tanto frío, que ni siquiera con dos guantes en cada mano pude doblar los dedos para escribir algo, de lo agarrotados que los tenía, así que a ver cómo ando de memoria. 
Llegamos Olite muy bien de tiempo (me refiero a la hora, por que del otro...), y después de almorzar y degustar las acostumbradas pastas y moscatel de ADEX, nos reunimos con la guía y dimos comienzo la visita guiada a la ciudad en la Plaza de los Teobaldos (Teobaldo I "el trovador", hijo de Blanca de Navarra y sobrino de Sancho VII, introduce en Navarra la Casa de Champagne, de ascendencia francesa). El entramado urbano ha conservado la configuración que adquirió en el siglo XIII y se compone fundamentalmente de dos recintos o "cerquos" amurallados separados por la plaza de Carlos III. Las calles conservan los nombres medievales. Ateridos de frío, caminamos hasta la cercana Rúa de la Tafurería (donde se encontraba la casa de juego: Tafur=Tahúr) 


A continuación nos dirigimos hacia el Palacio Real de Olite, uno de los conjuntos histórico-artísticos más importantes de Navarra. Actualmente está dividido en tres partes, de las cuales se puede visitar el El Palacio Nuevo. El promotor de esta espectacular obra fue Carlos III "el noble", rey de Navarra entre 1387 y 1425. A este rey de la dinastía francesa de los Evreux, se le conoce por su amor a la cultura y a la vida suntuosa, de la que da fe este impresionante palacio que un día fue uno de los más lujosos de Europa y en el que murió a los 64 años. Aquí vivieron también su hija Doña Blanca (Reina de Navarra entre 1425 y 1441 con el nombre de Blanca I) y su nieto Carlos, Príncipe de Viana.




La guía nos contó que en el año 1813, durante la guerra de la Independencia (y sospechosamente), el Palacio fue incendiado por el General navarro Francisco Espoz y Mina para evitar que las tropas francesas se hicieran fuertes en él. Los que nos atrevimos a subir a alguna de sus espectaculares torres pudimos admirar (aunque con vértigo) unas impresionantes vistas de esta bonita ciudad navarra. 





En Ujué, después de unas interesantes explicaciones de la guía sobre la historia y las particularidades de la villa, visitamos el Santuario-fortaleza de Santa María de Ujué (Románico del siglo XI), donde por fin nos sorprendió la nieve. Posee una de las portadas góticas más ricamente decoradas de Navarra, con relieves alusivos a la vendimia, animales, y un personaje vestido de clérigo que se cree que es el rey Carlos II "el malo", bajo cuyo reinado se construyó el tramo gótico del templo. 





La iglesia está rodeada de pasos de ronda y torres almenadas, y un mirador dirigido hacia el sur por el que se tiene una magnífica vista de buena parte de la ribera de Navarra. Al lado de la imagen de Santa María de Ujué (románica), reposa el corazón de este monarca navarro, como dejó escrito en su testamento. También aquí quiso reposar su nieta la reina Blanca I, pero tuvo la mala suerte de morirse en Segovia, y allí se quedó, en Sta. Mª la Real de Nieva, pues sus deseos no fueron respetados.  



Ya en San Martín de Unx, y antes de ir a comer, tuvimos la suerte de poder ver la iglesia de San Martín de Tours, de la que recuerdo una bonita talla gótica de la virgen de la leche y una preciosa pila bautismal, la más importante de toda Navarra. Se decora con seis esculturas en bajo relieve, una de las cuales representa también a la Virgen amamantando a su hijo. Por una escalera de caracol abierta tras el presbiterio, desembocamos en una pequeña cripta que impresiona por su sencillez y elegancia. Tenemos que dar las gracias a Matilde, que se preocupó de facilitarnos esta visita, aunque en principio no estaba incluida en el viaje. 



Después de comer fuimos a Tafalla y ahí es donde vino la sorpresa. Una ciudad completamente vacía, iglesias y tiendas cerradas, ni un alma por la calle... Fue una pena, y en la Junta sentimos mucho que no pudieseis visitar ningún monumento (aunque un socio nos haya llamado incultos diciendo que para nosotros visitar iglesias es ir a ver piedras). En fin, que aprovechamos para tomarnos un café (o un cubata) y volvimos a Logroño. Os puedo asegurar que para algunos, llegar a casa después del frío que pasamos durante todo el día fue como llegar al paraíso... 


Texto: Blanca Alfaro
Fotografías: Julián Barrado


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