lunes, 25 de mayo de 2015

ASÍ FUE EL VIAJE A LEÓN Y ASTORGA


Nuestra compañera Ludi nos había preparado este viaje con mucho esmero, como todos los que ella organiza, y así salió: dos días llenos de sensaciones que sin duda serán perdurables en nuestro recuerdo.
Partimos puntuales, esta vez un poco más madrugadores que de costumbre, porque el viaje era algo largo. En animada charla algunos y otros contemplando el paisaje que en todo su esplendor nos ofrecía la primavera, apenas nos enteramos de que habíamos llegado  a la primera parada en el área de servicio de Los Chopos, después de pasar Burgos.

Aquí dimos buena cuenta de los profiteroles y el moscatel con que nos obsequió ADEX, y del bizcocho, en esta ocasión detalle de Carmen, esposa de Javier Larrea, y bueno donde los haya. Muchas gracias, Carmen. Ya habíamos estado aquí en otra ocasión. Aquella vez, excursión también inolvidable, visitamos La Olmeda y la fábrica de campanas de Saldaña en la provincia de Palencia.


Abordamos de nuevo el autobús reconfortados con este refrigerio y  por aquello de que “de la panza sale la holganza” una parte de los viajeros nos pusimos a cantar, abrumando con nuestro desafinamiento al resto de los sufridos compañeros que no tuvieron más remedio que oírnos resignados. En Astorga nos esperaba Ángela, nuestra guía para la ocasión, que con prolíficos detalles  fue narrando los orígenes y la ubicación de la ciudad en el Camino de Santiago y la Vía de la Plata.


En la catedral y  en el palacio episcopal, éste  último obra de Gaudí, nos ilustró sobre los estilos arquitectónicos de ambas edificaciones y de las obras de arte que las decoran. Terminamos la visita ante el carrillón del ayuntamiento, donde puede verse a una pareja (Juan Zancuda y Colasa) con traje típico de la zona, que aporrean una campana al dar las horas.
Después de degustar un “ligero” y magnífico Cocido Maragato, plato de la región que nos encantó a todos, partimos para León donde nos esperaba otra jornada no menos sugestiva que la vivida hoy, pasando antes por Castrillo de los polvazares, un pueblo precioso que visitamos a petición de Vidal, uno de nuestros compañeros viajeros.

Una vez alojados en el hote,l todavía nos quedó tiempo para ubicar los lugares que visitaríamos al día siguiente y callejear un rato por el barrio húmedo, zona de vinos de la ciudad, y degustar algún caldo y alguna tapa típica de la zona.
A la mañana siguiente nos esperaba la catedral de León, gótico en toda su pureza, conocida también como la Catedral de la luz por la sustitución de sus muros a la mínima expresión para sustituirlos por vitrales coloreados, constituyendo una de las mayores colecciones de vidrieras medievales del mundo. A la entrada nos dieron unas “audioguías” que no nos contaron dos cosas que voy a referir como curiosidad:

La primera es una leyenda: encima de una de las puertas laterales  puede verse un bulto informe. Se trata de un topo gigantesco disecado que, según cuenta la leyenda, cuando se construyó la catedral, lo que construían por el día el topo lo destruía durante la noche. La segunda es una anécdota atribuida a un ilustre personaje riojano: Don Eduardo González Gallarza, que como es sabido realizo el vuelo Madrid – Manila y fue ministro de aviación.


Pues bien, este ilustre riojano, en una visita a esta catedral, asombrado y admirado ante la magnificencia y grandiosidad de sus vidrieras exclamó: ¡Joder, que pedrada! Y se quedó tan ancho.
El museo de la colegiata de san Isidoro que visitamos más tarde, además de una importante colección de obras de arte procedentes del culto religioso y una valiosísima biblioteca, guarda en sus vitrinas el cáliz de doña Urraca del que forma parte el vaso del Santo Grial.


Inmediatamente después de comer abordamos de nuevo el autobús que nos trajo de vuelta a nuestro hogar dulce hogar...

Texto: José Antonio González de Ávila. 
Fotografías: Mariví soto, Chema Iturriaga, y Blanca Alfaro

Aquí tenéis una carpeta con más fotos de viaje: 

Excursión a León y Astorga



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