miércoles, 21 de enero de 2015

ASÍ FUE EL VIAJE A CONTREBIA LEUCADE



Partimos en autobús con rumbo a Aguilar de Rio Alhama, para visitar a lo largo de la jornada el yacimiento celtibérico de Contrebia Leucade, el Museo de la Alpragata en Cervera de Rio Alhama y también el centro paleontológico de Igea.  Eran apenas las ocho de la mañana cuando arrancamos del Edificio Quintiliano, y ya despuntaba el alba de un día invernal, frío y luminoso. Nos acompañaba en  esta ocasión un invitado de lujo: Urbano Espinosa, catedrático de historia antigua de la Universidad de la Rioja, buen conocedor del yacimiento de Contrebia en el que iba a ser nuestro ilustre guía.


Enseguida   llegamos   al   punto   donde   realizamos nuestra habitual parada. Degustamos las pastas y licores con los que ADEX nos  agasaja  en cada viaje. Esta vez  tampoco faltó el delicioso bizcocho de Trini (muchas gracias), y aunque muy lentos los camareros, todo el que quiso pudo tomar su cafetito. El alcalde de Aguilar, Don Ramón, nos esperaba a las puertas del yacimiento. 



Tras unas palabras de bienvenida y  gratitud por nuestra visita, iniciamos nuestro recorrido guiados por Urbano, nuestro excepcional acompañante, que con su docta palabra y su voz carente de inflexiones, fue desgranando para sus atentos oyentes las formas de vida de los pobladores de aquellos lugares, nuestros lejanos ancestros de muchos siglos atrás. 

Escuchándole uno se imagina los avatares de aquellas gentes,  fuertes rudas y valerosas que durante siglos hubieron de debatirse en lucha por la subsistencia con escasos medios, y contra sus enemigos que pugnaban por arrebatarles las pocas pertenencias con las que contaban.

Pasamos después a visitar el centro de interpretación, donde pudimos contemplar una parte de los restos hallados en el yacimiento: un puñado de accesorios, armas, útiles y herramientas, que utilizaron tanto para las luchas contra sus enemigos como para la caza y las labores cotidianas.


Nos acercamos después a Cervera de Rio Alhama donde nos esperaba Carlos, el responsable del Museo de la Alpargata, que con (desde mi punto de vista) escaso conocimiento e importantes dificultades comunicativas, nos fue refiriendo algunos detalles relativos al  proceso de producción artesanal. Desde el cultivo del cáñamo pasando por el machacado, su hilatura y trenzado hasta convertirse en la suela de las alpargatas.

En el restaurante La Rubia, nos sirvieron una comida sabrosa y abundante y otra vez ADEX invitó a un chupito a todo el que quiso tomarlo.Ya en el Paleontológico de Igea de la mano de Nerea, nuestra guía en esta ocasión, abordamos nada más entrar la máquina del tiempo que nos trasladó en un santiamén sin escalas y sin repostar nada menos que quinientos millones de años hacia el pasado, justo cuando el Big-Bang acababa de sembrar el caos en nuestro universo, y aterrizamos precisamente donde con el devenir de los tiempos seria La Rioja.


Anduvimos por aquellos entonces inhóspitos parajes algún tiempo, y atisbamos la aparición de los primeros signos de vida en nuestro planeta. De nuevo dimos saltos en el tiempo esta vez hacia adelante, nos detuvimos de nuevo a tan solo ciento veinte millones de años, ayer como quien dice, y nos encontramos un entorno poblado de tortugas, cocodrilos y dinosaurios. 


Estuvimos allí varios millones de años conviviendo con estas mascotas hasta que un fatídico día, uno o varios meteoritos dicen, acabó con todos ellos. No tuvimos más remedio que abordar de nuevo la máquina del tiempo y escapar; pero esta vez, al regresar al presente, el artilugio tomó forma de autobús y nos trasladó hasta Logroño, a nuestro hogar, dulce hogar…   

Texto: José Antonio González de Ávila   
Fotografías: Juan Ángel Rodrigálvarez Cacho

Enlace  Fotos Contrebia


   

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