miércoles, 17 de diciembre de 2014

ASÍ FUE EL VIAJE A LEYRE, JAVIER, Y SANGÜESA




Cuando me levanté, me encontraba lleno de optimismo ante un día que se presentaba apasionante. Toda la euforia se me vino abajo: al abrir la ventana de mi cuarto, me encontré con las últimas sombras de la noche que se resistían a abandonar sus dominios, y un cielo encapotado que amenazaba lluvia. Pero como no conozco ningún argumento que haga cambiar el tiempo, y la excursión tenía que realizarse a pesar de la climatología, me armé de valor y me encaminé a coger el autobús. 





La presencia y el contacto con los compañeros, que ya ocupaban algunos asientos cuando yo llegué, me elevó un poco la moral, aunque persistió en mí la preocupación por lo que nos pudiera deparar la jornada que iniciábamos. Al abandonar Logroño y enfilar el camino, ya por tierras navarras, el sol anunció su presencia por el orto y se adueñó rápidamente del firmamento disipando las nubes, excepto algunas muy bajas que aún se resistían y reptaban acosadas por los rayos solares sobre las colinas del entorno.



De igual manera, la escarcha que había dejado la noche anterior sobre las esparragueras y los campos de cereal, de incipiente nascencia, se fue derritiendo bajo la cálida caricia del astro rey. Enajenado en esta bucólica contemplación, ni me percaté de que las chicas de ADEX habían pasado ya las cajas de galletas y los lingotazos de moscatel y crema de orujo, reforzadas en esta ocasión con las pastas de Maite y el bizcocho de Trini. Muchas gracias por esta parva con la que nos obsequiáis en cada viaje. 



Tras una breve parada para coronar el dasayuno con un café y otros menesteres, llegamos puntuales a Leyre, donde nuestra guía, Edurne, nos ilustró sobre las vicisitudes y peculiaridades de la construcción del Monasterio en el que nos encontrábamos, y las siguientes reformas y adaptaciones, así como las historias de algunos de sus egregios ocupantes, adornado todo ello con oníricas leyendas ornitológicas. 




Ya en el Castillo de Javier pudimos contemplar (esta vez sin guía) la magnificencia del castillo y las idílicas panorámicas que desde allí se divisan, y en el interior, una importante colección de obras pictóricas de autores españoles desde el siglo XV hasta el XX, así como la recreación de diversos momentos importantes de la vida de S. Francisco Javier, patrono de Navarra y cuyo nacimiento, allá por los albores del siglo XVI, tuvo lugar en este castillo. 



A las 13 horas teníamos concertado el recorrido por Sangüesa. Llegamos con un poco de retraso a la entrada de la ciudad, muy  cerca de la plaza de toros, y ya nos esperaba Saray, nuestra guía para la ocasión, que nos condujo por la ciudad mostrándonos algunos edificios blasonados, con unos aleros espectaculares en maderas talladas. Tuvimos oportunidad de ver los tres templos principales de "La que nunca faltó" (título que ostenta la ciudad), donde se combinan, y no siempre armonizan, los distintos estilos arquitectónicos.



Cuando pasamos por delante del restaurante donde teníamos que comer, nos despedimos de la guía y nos metimos en el comedor a degustar una comida que, sin ser de las mejores, nos permitió disfrutar de un par de horas de entrañable convivencia con los compañeros. A las 18:30, como estaba previsto, abordamos puntuales el autobús en el mismo sitio donde habíamos desembarcado horas antes y pusimos rumbo a Logroño, a donde llegamos en un santiamén, y pronto estuvimos cada uno en nuestro hogar, dulce hogar...


Texto: José Antonio González de Ávila

Fotos: Juan Ángel Rodrigálvarez Cacho

Muchas gracias a ambos por su colaboración, y a todos los viajeros por vuestra compañía. Adjuntamos un enlace con alguna foto más del viaje. 

Fotos Leyre

1 comentario:

  1. Enhorabuena a los dos, a tí Blanca por seguir poniéndolo todo tan completo y bonito y a tí Jóse por haberlo escrito tan bello y poético, es que eres un artista que como dice Julia vales para todo: para escribir, para cocinar, para bailar.....así da gusto.

    ResponderEliminar